Mi historia
Si quisiera, podría trabajar en turismo, porque mi madre gestiona la pensión "Almrausch" en Burgusio en Alta Val Venosta. Mi gran pasión, sin embargo, es el cultivo de pequeños frutos. Recojo grosellas y grosellas espinosas en junio, frambuesas de verano en julio y frambuesas de otoño cuando los días son más cortos. El kiwi verde brillante, la nueva estrella entre frutas y verduras, también lo recolecto en otoño. En mi opinión, no hay alternativa al cultivo biológico en frutas pequeñas.
Mis dulces manjares están expuestos a muchos riesgos: las grandes redes, por ejemplo, mantienen a raya a las moscas y a los pájaros. Las pequeñas arañas, por otro lado, luchan con sus antagonistas naturales, los ácaros depredadores. Consigo a mis depredadores favoritos a través de mi vendedor de confianza. Recibo por mensajería pequeñas bolsas con estos ácaros en diferentes etapas de desarrollo y luego las cuelgo entre las filas de pequeños frutos. No paran hasta que acaban con todas la arañas, entonces se convierten en caníbales y se comen unos a otros. Son una verdadera bendición para mis pequeños frutos. La presencia de la filopertha horticola y los escarabajos se limita con la ayuda de feromonas.
Durante la floración, las abejas y los abejorros salvajes siempre pueden encontrar un buffet de flores fragantes en mi campo de pequeños frutos. Como los campos de trigo de los alrededores se cosechan tres veces en verano, mi pequeño campo de frutas es una garantía constante para estos insectos tan útiles. Para la irrigación por goteo de mi campo de aproximadamente una hectárea utilizo el agua del lago de San Valentín a la Muta situada a una altitud de 1.450 m. Aquí en Alta Val Venosta la naturaleza ofrece condiciones ideales para el cultivo de pequeños frutos según principios biológicos. Durante la cosecha trabajamos concentrados para separar los frutos maduros de color rojo brillante y rojo claro y los ponemos cuidadosamente en bandejas. Luego la cooperativa se encarga de la venta. Muchas de mis pequeñas frutas se venden al por menor. Cada bandeja de 125 g da unos minutos de felicidad, estoy seguro de ello.
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