Mi historia
La vida de Florian Gurschler se ha calmado: el productor de manzanas venostano ha dejado la masía Haslerhof, heredada de su padre, en manos de su hijo Thomas. Ahora Florian está jubilado y gestiona solamente un único huerto, eso sí, con mucho mimo, cuidado y dedicación. Va muy a menudo a estos campos, en Stava, una aldea del municipio de Naturno, con vistas a Castillo Juval. Su trabajo agrícola ha pasado a ser ahora su hobby: “Solo para las cuestiones burocráticas y papeleos pido ayuda a Thomas”, sonríe Florian Gurschler. Durante la recolecta cuenta con el apoyo de su familia y trabajadores estacionales para recoger las aromáticas variedades rojas y amarillas. La familia Gurschler pasó a la producción biológica en 2011, cuando compró un huerto de manzanas gestionado según los principios del cultivo biológico. “Fue entonces cuando decidimos continuar con este método. Hoy estoy contento porque la producción biológica es sostenible y cuida el medioambiente”, afirma el experto productor. La poda de los manzanos en invierno es uno de sus trabajos preferidos: durante un cierto periodo podó los manzanos junto a otros agricultores, analizando y estudiando las diferentes maneras de poda, hasta desarrollar una técnica totalmente personal: “Se observa el desarrollo del árbol y después se le da forma”, explica Florian. En su huerto los árboles son ya bastante viejos y no tienen las necesidades de cuidados intensos de manzanos recién plantados.