Mi historia
Helmuth Ladurner, de Plars, no se considera un agricultor: “Diría más bien que el cultivo de las manzanas biológicas es una afición para mí”. Helmuth, ex electricista y hoy jubilado, tiene un pequeño huerto de manzanos. Lo cultiva con sus propias manos, ya que no cuenta con maquinaria. Si necesita tractor, Helmuth llama al director de la empresa.
En 1993, Helmuth decidió pasar la propiedad a lo ecológico. “Mi contribución con el medioambiente. A menudo, menos es más”. El huerto de Helmuth ha tomado la típica forma de antiguos terrenos, atravesado por muros de losa y piedras; pájaros y otras formas de entomofauna auxiliar encuentran aquí su propio hábitat natural.
Una cruz domina el paisaje, que va hasta la ciudad termal de Merano y custodia el huerto frutal, mientras que antiguas rocas artificiales atraviesan el campo. No es de extrañar que, entre las diferentes actividades, la que Helmuth prefiere sea la recolecta. De hecho, se recogen los frutos en el sentido literal de la palabra: frutos del puro trabajo hecho a mano.
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