Mi historia
A lo mejor no soy el típico agricultor, si es que existe. Me crié en un entorno agrícola y emprendí una formación con esas miras, pero enseguida me di cuenta de que me interesaba y me atraía más la gestión empresarial. Así que, después de obtener mi diploma superior en contabilidad, como profesional, me dediqué principalmente a ayudar a las empresas que estaban atravesando momentos de crisis.
Pero al final el vínculo con el mundo agrícola resultó ser demasiado fuerte... Como buen vecino de Alto Adige me sentía en cierto modo obligado a dedicar mi vida a la agricultura. Después, hace dos años, adquirí la masía de mi padre sabiendo que quería emprender la senda de la biocompatibilidad. Estaba seguro de tener la determinación necesaria para afrontar este nuevo desafío porque durante muchos años he practicado el decatlón y en dos ocasiones fui subcampeón de Italia. En este deporte se necesitan resistencia y constancia, igual que para la producción biológica. Porque escoger variedades de manzanas "resistentes" come Natyra, Bonita y Topaz a veces no es suficiente. Hacen falta también talento, motivación y formación continua.
Además de las manzanas, produzco aproximadamente 700-800 litros de vino, también cultivo albaricoques y gestiono algunos apartamentos y dos chalets de turismo rural. Para ello la ayuda de mi mujer Sara es muy importante y valiosa. Con ella puedo planificar las actividades, recoger datos, hacer previsiones, todos ellos pasos fundamentales para recorrer el camino de lo biológico con concienciación y constancia. Cada día intentamos inculcar en nuestros hijos la riqueza de una vida que se basa en valores sencillos pero importantes y que se caracteriza por la diligencia y la capacidad de resistencia. Todos debemos ser pequeños atletas de decatlón y mantener el dinamismo. Porque biológico significa vital, vivo y, por tanto, cambiante.
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