Mi historia
Soy el último de seis hijos y dirijo la pequeña granja de mis padres situada en el centro de Rablà, en la Baja Val Venosta. Lo sé, normalmente le toca al hijo mayor hacerse cargo de la granja e incluso en nuestro caso podemos decir que así es, siendo el único hombre de 6 hijos. No es que mis hermanas no hubieran podido seguir los pasos de mi padre, sino todo lo contrario. Fui elegido por casualidad y debo admitir que hoy estoy muy contento de que la elección haya recaído sobre mí. En la granja cultivamos principalmente manzanas, pero también albaricoques y cerezas, por supuesto de cultivo orgánico. Seis hermanos, seis variedades de manzanas, una para cada uno, además de algunas variedades históricas como "Gravensteiner" y "Kalterer".
Soy un productor a tiempo parcial, que hace su trabajo con entusiasmo y dedicación. Lamentablemente, la producción de manzanas, así como la agricultura en general, está muy sujeta a las variaciones climáticas. Hay que prestar atención a la temperatura, la humedad del aire, el viento y el sol y luego decidir cómo actuar, también en base a las previsiones y la experiencia. A veces estas decisiones son correctas, a veces no. Pero al final todo depende del clima y de cómo lo interpretes. Mi profesión principal es la de constructor de cañones de nieve y como bien se puede entender, el componente meteorológico juega un papel fundamental aquí también. Con nuestros cañones de nieve intentamos reducir nuestra dependencia del clima y producir nieve incluso cuando no hay precipitaciones. Pero para disparar nieve artificial todavía se necesitan las temperaturas adecuadas. Es increíble cómo la variable atmosférica hace que todas mis actividades sean inciertas y desafiantes. Sin embargo, el momento más gratificante de todos es cuando recibo los resultados de los análisis que realizo anualmente en el follaje o en los manzanos, y éstos resultan ser buenos: sólo entonces sé que he hecho un buen trabajo de previsión y que he tomado las medidas adecuadas en el momento oportuno.
Los productores debemos ser capaces de adaptarnos a cualquier situación. Sabemos que no podemos ser independientes del clima, sino que debemos aceptarlo tal y como es: fuera del control humano y no siempre predecible. Aún más en la agricultura orgánica, los productores nos convertimos en humildes y curiosos observadores y aprendemos constantemente de la naturaleza.
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