Hay muchas razones por las que me pasé a lo biológico. Entiendo las "leyes" de la agricultura biológica como un conjunto de reglas liberales. No hay imperativos tipo "si esto sucede, tienes que hacer aquello", sino el condicional "podrías intentarlo". Me gusta la libertad de elegir. Mi suegra y yo estamos en la misma onda. Me siento un productor biológico como los de antes. Practico un cultivo biodinámico, previo a pasarme al mundo orgánico me preguntaba regularmente qué tenía que hacer y cuándo. Muchas de mis respuestas salían de un libro de texto, automatizadas y sin mucho pensamiento.

Hoy en día me lo cuestiono todo y cuento con una rica colección de obras de referencia, una fuente de nuevos y alternativos enfoques que aplico a mis huertos de manzanas. También me he relajado más. Hoy sé que la naturaleza no siempre es tan rápida como uno desearía. Esto a menudo requiere una gran paciencia. De mi suegra aprendí a llevar un diario de lo que ocurre en los huertos de manzanas. El mío es digital. Apunté cuándo vi los primeros icneumónidos, cómo era el clima, si había pulgones lanígeros, y en qué cantidad, y que corté las ramas infestadas de pulgones lanígeros.

Hoy, como productor biológico, tengo mucho que contar. Los niños y los turistas, por ejemplo, quieren saber qué pasa en mis huertos de manzanas. Yo se lo explico con mucho gusto, aunque mi tiempo es limitado. Lo que menos me gusta es la burocracia. Por eso, a pesar de que sigo cultivando uvas Pinot Blanc y Zweigelt, ya no produzco vino como antes. Demasiado papeleo.

Soy muy optimista sobre el futuro de la producción biológica de manzanas, pero también me gustaría cultivar higos. Me parece importante estar siempre acompañado de la tranquilidad necesaria para un productor orgánico. Con la certeza de que la naturaleza sabe qué hacer. Sólo tienes que ser paciente y no forzar nada. Si puedes interiorizar esta idea, tu vida se volverá más tranquila y con menos preocupaciones. Disfrutas de la confianza de los demás y de la confianza en ti mismo.