Cuando hace 100 años los primeros agricultores venostanos descubrieron la fruticultura, ninguno hubiera pensado que este pequeño valle, de apenas 70 km de longitud, se convertiría en la más alta y apasionada área de cultivo de manzanas de Europa. Val Venosta era conocido como granero del Tirol y las manzanas no tenían ninguna relevancia para la economía del lugar.
Hoy en cambio, en esta fértil hondonada, 1.700 familias de agricultores cultivan las famosas Golden Delicious y muchas otras variedades. Se lo deben a sus abuelos y con amor continúan la tradición, sin descuidar detalle alguno. La naturaleza se esmera en cuidar los detalles aquí también, donde ha creado un microclima único en el corazón de los Alpes: los macizos montuosos de más de 3.000 metros de los Alpes del Ötztal al norte y los del Ortles al sur protegen estratégicamente la fértil vaguada e impiden la entrada de los sistemas nubosos. Por eso las pocas precipitaciones llegan en general del oeste o del este.
Es como si la naturaleza actuase con esfuerzo y constancia para alejar también las restantes nubes cargadas de lluvia, recurriendo a todos los elementos sobre los que ejerce control, sobre todo el viento venostano que las arrastra lejos contribuyendo a hacer que el hábitat agrícola del Valle sea único. Pocas nubes significan, en primer lugar, pocas precipitaciones, baja humedad y muchas horas de sol. En pocas palabras, cielo azul y sol ardiente de día en todas las estaciones y noches despejadas con millones de estrellas a la luz de la luna.
“De por sí podría ser el clima típico de la estepa… muy árido y, a primera vista, no precisamente ideal para una zona dedicada a la producción de manzanas. Con menos de 500 mm de precipitaciones al año y una intensa radiación solar debida a la orientación este-oeste, Val Venosta debería ser una pradera árida y no un paraíso de campos de manzanas lozanos y florecientes que se extienden desde Malles y Parcines”, explica un productor de manzanas y experto en riego de Laces.
Sin embargo, los venostanos son diferentes y también la naturaleza lo sabe, así que ha dejado amplio margen a la ingeniosidad y al pragmatismo de estos prodigiosos habitantes, siendo consciente de que los apasionados agricultores del Valle encontrarían la solución ideal para tener éxito y afrontar este clima de estepa. Desde los años 50 la manzana ha ido ganando cada vez más importancia y es hoy el producto principal de este pequeño valle alpino.
“Nuestros abuelos enseguida se dieron cuenta de cuál era el remedio perfecto contra la aridez causada por el sol ardiente y las nubes arrastradas por el viento: el agua procedente de los glaciares de alrededor”. Empinados torrentes de montaña abundantes en agua procedente de los glaciares de los valles de alrededor confluyen en el rio Adigio desde la primavera hasta finales de verano. Así, nuestros previsores antepasados construyeron un sistema de canales de riego de unos 600 km, llamados en alemán “Waale”.
“Ser venostano quiere decir trabajar con lo que la naturaleza nos da. No tenemos suficientes precipitaciones, pero en compensación hay abundancia de nieve en cotas altas. Lo único que tenemos que hacer es esperar que se funda para luego usarla cuando hace falta”. Hoy los productores de manzanas venostanos continúan su tradición recurriendo a los sistemas de riego artificial con agua subterránea, transformando el árido Val Venosta en un fértil valle verde que se refleja en la superficie del Adigio y del Lago de Resia y busca su inspiración infinita en el cielo azul sobre el Parque Nacional de Stelvio. Así, las temperaturas cálidas de día y la brisa fresca de noche hacen de Val Venosta el jardín de las manzanas de Europa, rodeado por las cimas del Ortles, del Gran Zebrú y del Monte Cevedale.
En Val Venosta la naturaleza y el hombre trabajan juntos prestando atención a cada detalle para producir manzanas que crecen muy lentamente y desarrollando, por tanto, características que las hacen especialmente dulces y crujientes. Más que en cualquier otra parte. Una alianza más valiosa que nunca para hacer felices a ambas partes y plasmar juntos un futuro cada vez más sostenible. En uno de los valles más hermosos del Alto Adigio.